Ya que ahora, como dice Gabilondo, "los empresarios son el centro de atención de la preocupación del Gobierno", pongámonos en su lugar. Reconozco que me resulta difícil. Mucho. Pero en lo difícil está el éxito.
Mi amiga va a trabajar en una importante empresa de telecomunicaciones. Una de las que nos atosiga en los medios con publicidad para que contratemos con ellos el ADSL en nuestra casa. Si yo fuera uno de sus directivos (ya superada la resaca tras un fin de semana de celebraciones al leer en el BOE la reforma laboral del Gobierno Rajoy) me marcarcaría ahora nuevos objetivos. Una vez me han facilitado que mis trabajadores se conviertan en súbditos amedrentados de los que, si alguno es conflictivo, poder prescindir; tengo que buscar, cómo no, ganar aún más dinero. Y me siento fuerte. Más que nunca. Ya nos hemos quitado la careta. Además, mi empresa se encarga del sector que, amén de ser el presente, es, con mucho, el futuro: las telecomunicaciones.
Pienso en desarrollar, quizá, una plataforma para que mis clientes puedan, en el salón de su casa, ver películas o series en streaming. Tendrá éxito, seguro. ¿Pero quién es ahora el que se interpone en el camino de mi éxito?: Empresarios de otros sectores que también se sienten más fuertes y poderosos que nunca. Concretamente, dado la anacrónica legislación española en lo relativo al copyright, mi nuevo enemigo es ahora otro colectivo empresarial, otro lobby. Si la SGAE o las grandes productoras audiovisuales siguen queriendo cobrar sumas astronómicas para permitirme ofrecer en mi servicio sus productos, tendré que buscar una nueva ayuda de la Administración (sí, soy liberal, pero nunca viene mal un espaldarazo legislativo).
Y aquí llega el nuevo problema para el Gobierno Rajoy. Una vez ha restado poder a los trabajadores, ahora éste es aglutinado (aún más) por las grandes empresas. Y son insaciables. ¿Qué hará cuando comiencen las presiones de los distintos lobbies para legislar en favor de cada sector? ¿Accederá el Gobierno Rajoy y su poder absoluto a restar fuerza a un lobby como la SGAE (ahora desgastada y muy mal valorada por la opinión pública, lo cual facilita medidas populistas) en favor de leyes que beneficien a corporaciones tan potentes como las de este sector (léase Movistar, Jazztel u Orange)? El timbre de La Moncloa no parará de sonar.
Esta tarde he quedado con mi amiga para que me cuente con detalle. Casualmente, vamos al cine. Unos cuantos, nos regalan las entradas. Le daré un abrazo. Y la enhorabuena. Y las gracias, me ha hecho retomar el blog.
Al poder le ocurre como al nogal, no deja crecer nada bajo su sombra.
Antonio Gala
El problema es que esto de lo que hablas ya empezó hace tiempo. La connivencia de algunas empresas españolas con el estado es sonrojante (da igual el partido que gobierne).
ResponderEliminarCasualmente muchas de estas empresas eran empresas públicas.
Casualmente muchos de los puestos de dirección en estas empresas están ocupados por personas que comparten apellidos con altos cargos del gobierno.
Casualmente estas empresas tienen de consejeros a ex altos cargos de gobiernos anteriores.
Casualmente las leyes les favorecen.
Casualmente ofrecen servicios más caros y peores que otras empresas de nuestro entorno sin que esto afecte a sus resultados.
En fin, demasiadas casualidades ¿no?
Toda la razón. Es un megagremio de poder, cerrado y bien alicatado.
EliminarMe encanta que haya gente tan liberal. A mí también me sonrojan estás ayudas públicas y esta connivencia con el poder. A ver si conseguimos una legislación más justa y una mayor libertad sin coacción disimulada por parte de "Papá Estado".
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