Hoy desayunamos con un nuevo escándalo empresarial: 'Nueva Rumasa' se enfrenta a una deuda millonaria que, probablemente, dejará sin sus ahorros a miles de inversores que compraron sus pagarés y que, ahora, serán los segundos en cobrar (detrás de los acreedores: el Banco Santander, principalmente), si es que llegan a hacerlo. Los que pensábamos que con las macroestafas -entre otras- de Afinsa y Fórum Filatélico, los ciudadanos habían interiorizado el vetusto -y vigente- refrán de 'nadie da duros a cuatro pesetas', nos equivocábamos.
Pero en este caso concreto, amén de responsabilizar a los ingenuos 'inversores', es necesario dirigir la mirada, directamente, a los grandes medios de comunicación. Estos, aceptaban encantados las dobles páginas a color en cada periódico, los anuncios televisivos de un minuto de duración, o las cuñas radiofónicas de la misma extensión. Esto está bien, los medios también son un negocio.
Pero es más que reprochable su actuación respecto a la opacidad que otorgaban a los comunicados que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) publicaba alertando de la alta peligrosidad de los pagarés de Nueva Rumasa. ¿Cómo iban a trasladar al ciudadano -en la página siguiente a la publicidad de esta empresa, o tras la prolongada cuña- las sospechas de la CNMV cuando sus ingresos publicitarios tenían un socio tan generoso? Así, unas cuantas líneas bien 'escondiditas' -en los mejores casos- fueron todo el servicio público que los medios realizaron. Eso sí, ahora todos piden lo mismo: ¿Estás afectado? Cuéntanos tu caso.
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